Esa mirada sin una palabra, ese entendimiento sin un razonamiento. Quien te tiende la mano como un hermano, tanto para lo bueno como para lo malo.
Sueños realizarán, en carcajadas explotarán y miedos sufrirán. Los años pasarán como las estaciones del año lo harán, pero siempre se mantendrá esa complicidad.
La amistad lo es todo pero, ¿qué es ese todo? La risa, la emoción, el llanto y el dolor. La vida.
Dicen que los amigos son la familia que cada uno elige, ¡qué importante encontrar a alguien tan semejante! Afortunado quien encuentra a alguien así a su lado.
Los años pasaron y, como todos los martes a la tarde, merendando en un viejo bar se encontraron. Mujeres igual de canosas como hermosas, las arrugas y sonrisas iban de la mano de sus experiencias vividas. Esa complicidad era sinónimo de felicidad.
Y esta historia sólo terminó cuando la magia y luz de todas se apagó.
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