viernes, 11 de diciembre de 2015

Estatua de hielo

El tiempo pasa. Vuela. Y qué puta sensación la de que todo se mueva y tú sigas parada, como una estatua de hielo, impasible ante el movimiento estresante del mundo. Y aunque tú te muevas, tu vida no. Hay días que parece haber pasado una década y otros parece que fue ayer.
No se olvidará ese miedo intenso, paralizante y gélido. Me veía a mí misma y a la vez ni me sentía. Estaba y no estaba. ¿Quién lo iba a pensar?
Ahora sigue la vida. Cada mañana la brisa acaricia mi cara, despierta mis ojos y me pone las pilas. Agradezco la vida, ahora sí. Todos tendríamos que agradecerla porque eso significaría, que todos querríamos vivirla.
Por él. A pesar de lo vivido.


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