sábado, 28 de mayo de 2016

Dependes de ti.

La felicidad reside en ti. No en alguien, ni dependiendo de alguien y menos, en algo material, sólo en ti. En cómo ver las cosas, en cómo sentirlas, en cómo digerirlas. Si tú no eres capaz de quererte, nadie lo hará por ti. Para poder disfrutar de alguien es preciso que primero disfrutes de ti. Quiérete como si nunca hubieras querido a nadie más, empieza por ti, como si nunca hubieras cometido un fallo, como un niño de cuatro años que todavía tiene su largo cuento por empezar, casi en blanco, a la espera de llenarlo con historias con final feliz.


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